La naginata y las onna bugeisha (mujeres guerreras) a través de la historia.
Antes de pasar a los periodos históricos es interesante hacer una breve introspección en la mitología creacionista de Japón según la religión Shintō. En los textos pseudoepigráficos que configuran el Génesis de Japón según estas creencias: Kojiki y Nihongi o Nihon Shōki encontramos la “primera” referencia a las armas. Según estos textos, por ejemplo, citando al Nihongi[1]: Izanagi no Mikoto e Izanami no Mikoto estaban en el puente flotante del Cielo y dijeron entre ellos: “¿no hay un país allá abajo?” entonces ellos estocaron hacia abajo con la lanza de las joyas del Cielo. Este es el momento en el que se empiezan a crear las islas que configurarán Japón y por tanto, el Mundo. Esta lanza, llamada nuboko-tamaboko se ha denominado también como wobashira. Algunos especialistas la han llegado a relacionar con un tipo de hoko o lanza, otros la han relacionado con el modelo posterior típico japonés llamado yari, incluso hay quien ha visto un arma como una ka o alabarda o bien hablando de armas chinas como el ji, gundao-shangtao haciendo referencias en ambos casos a la naginata.
Sin embargo, si nos ceñimos al texto, parece que tratarse de una especie de lanza con una punta de tipo bulboso, posiblemente adornada con joyas y anillas colgantes (como en el shakujō). El tipo denominado wabashira se repite de forma común como un remate de los mástiles y soportes de puentes y balaustradas japonesas, y también debido a referencias al Kojiki y al Nihongi, tiene un sentido fálico. Está claro que esta forma nada tiene que ver con la hoja curva de la naginata, pero sin embargo tiene mucho que ver con la parte trasera o contera del arma, llamada ishizuki, que en algunos casos tiende a adoptar esta forma.
KOBAYASHI EITAKU. PINTURA SIGLO XIX. WIKIPEDIA.
Para rastrear los orígenes arqueológicos de la naginata debemos remontarnos al periodo Yayoi (900 a.C. – 250/300 d.C.) y al periodo Kofun (250/300-510/710) cuando encontramos los primeros utensilios fundidos en metal (bronce), de clara influencia china, pero ya con una conciencia japonesa (en el sentido de fabricar instrumentos diseñados por y para sus propios fines). En la industria bélica podemos contar con espadas de hoja recta y doble filo denominadas dōken, lanzas denominadas dōhoko, y las ka[2] (el kanji utilizado es el mismo que el de las lanzas o hoko, pero para diferenciarlos los especialistas han optado por la lectura china). Estas son las que más nos interesan a nosotros por ser los antepasados directos de la naginata en tanto que están a medio camino entre las lanzas y las hachas, surgiendo así la alabarda, un arma harto conocida en China, pero de nueva implantación en Japón.
Estos primeros periodos de la historia japonesa son un tanto oscuros en cuanto a documentación y referencias arqueológicas, especialmente en cuanto a lo que podemos denominar “protohistoria de la naginata”, si existen sin embrago, referencias a las lanzas y espadas. Especialmente sobre estas, no sólo disponemos de las mismas dōken-tsurugi sino que también han llegado a nosotros los haniwa, esculturas destinadas a ajuares funerarios en las colosales tumbas-túmulos del periodo Kofun. Sobre esta fuente artística descubrimos referencias a espadas y armaduras, viendo cómo se portaban en aquella época, sin embargo, desgraciadamente no disponemos de referencia alguna a ka o naginata por lo que suponemos que no era un arma especialmente popular en las estrategias bélicas del momento.
En los periodos Yayoi/ Kofun, el papel de la mujer en el campo de batalla o en las esferas de poder se inicia de manera confusa y casi mítica en estos primeros pasos de la historia japonesa. Como primera figura femenina en el poder podemos hablar Himiko como una Regente-Chamán del país de Yamatai o Reino de Wa, que tenía a su servicio una horda de guerreros y guardaespaldas. A esta figura le sigue la Emperatriz Regente Jingū (Okinaga Tarashi Hime no Mikoto) que, según los textos de la historia mítica japonesa, lideró victoriosamente las tropas japonesas para invadir Corea, o la Emperatriz Regente Iitoyo, del siglo V.
KA DEL PERIODO KOFUN
De aquí pasamos al periodo Asuka (510-710) cuando se introducirá en Japón el horno tatara y con él la fabricación de acero tamahagane y los procesos de forja típicos japoneses. Es complejo determinar cuándo se inicia la historia del nihontō o sable japonés, y si la hoja de naginata está incluida en esta denominación o si por el contra sólo podemos hablar de nihontō para referirnos al sable japonés, en cualquier caso, este periodo, con estos avances en la forja, serán un nuevo amanecer para la armamentística japonesa, pero para nuestro caso de la naginata, aún nos quedan unos años de espera.
En el periodo Nara (710-794) se terminarán de recopilar los textos pseudoepigráficos mencionados del Kojiki y el Nihongi, por lo tanto podemos suponer que las referencias armamentísticas allí expresadas beben de fuentes de esta época, aparte de las narraciones orales de tiempos pasados.
El periodo Heian (794-1185), uno de los más fructíferos a nivel artístico de la historia japonesa, entre finales del periodo anterior y comienzos de este, algunos especialistas datan las primeras referencias a naginata. El caso más antiguo que se baraja es el de las llamadas teboko o konaginata, un tipo de hojas de metal mixtilíneas, ninguna igual a la anterior, que nos hablan de un tipo de forja caótico y no ordenado por tipologías. En este caso se trata de una evolución respecto al hoko / ka en tanto que la hoja no es hueca y va engastada mediante una espiga de metal en el asta de madera. Sin embargo, como he dicho ninguna de las halladas se asemeja a una naginata y además son bastante cortas, midiendo un máximo de 1,50m con asta incluida, y por lo que se sabe tampoco disponían de ishizuki.
La siguiente referencia la encontramos en las piezas llamadas natanaginata y chukushinaginata-tsukushinaginata. Las primeras constan de una especie de hoja ancha, en ocasiones, similar a un hacha de patíbulo, mientras las segundas siguen esa misma tipología pero la hoja es muy alargada y estrecha, en ambos casos el asta suele ser igualmente corta. Se supone que estas armas eran un paso más en la evolución, sin embargo retroceden tecnológicamente al unirse la hoja al asta de madera mediante unas abrazaderas metálicas. Según algunos especialistas estas son meras herramientas agrícolas, que eran susceptibles de usar un asta más larga si precisaban de utilizarse en batalla. Curiosamente, en los ukiyoe del siglo XIX que representan a la Emperatriz Regente Jingū invadiendo Corea, se la muestra portando una especie de teboko mientras su ejército lleva tsukushinaginata, aunque esto no es significativo de la antigüedad de estas armas, sino más bien es una alusión a un arma primitiva, para una historia dentro de la literatura mítica japonesa.
EMPERATRIZ JINGU EN KOREA. WIKIPEDIA
El arco o yumi será un elemento estrechamente ligado a la naginata en tanto que se ha llegado a pensar que muchos de los cortes que se efectúan en las técnicas de naginata están basados en golpeos que se llevaban a cabo con el arco una vez se acababan las flechas y no se disponía de tiempo para desenvainar el tachi y había que golpear a un enemigo cercano. Estás teorías están fundamentadas principalmente en la forma curva y alargada del arco japonés, así como en algunos kamae (guardias) de naginata como es el kowaki no kamae que coincide con una de las formas de portar el yumi.
Nos encontramos en el “apogeo de la guerra a distancia” donde el caballero ataca desde la posición elevada de su corcel y el arquero dispara flechas desde la lejanía. Es entonces cuando nace la necesidad de un arma que pueda combinar el corto y el largo alcance, que sirva para golpear y cortar, es entonces, casi con total seguridad cuando nacen las naginata. Como hemos dicho, esta es la época en la que florece el tachi, por ello no es extraño imaginar que en algún momento un guerrero viera dañada la montura-empuñadura de su sable y decidiera acoplar la hoja a un asta de madera, esto es básicamente lo que viene a ser una naginata: una larga hoja curva a la que sigue una también larga espiga de metal que se introduce en un asta de madera alcanzando los 2-2’70m de longitud. Mediante esta “nueva” arma un soldado de a pie podía enfrentarse y vencer a un bushi a caballo, era posible atacar desde una embarcación a otra sin necesidad de abordarla[3].
En cuanto a su fisonomía la hoja de las naginata se compone exactamente de las mismas partes que cualquier nihontō incluyendo las partes del tōsōgu o montura, que incluyen en este caso el habaki (pieza metálica destinada a separar la hoja de guarda por arriba) los seppa (que evitan el contacto directo del habaki con la tsuba por arriba y del fuchi con la tsuba por debajo), la tsuba (guarda), el fuchi (pieza que contacta con el asta) y el mekugi (pasador de bambú para asegurar la hoja al asta). A partir de aquí vemos una serie de piezas propias como son los gyakurin una especie de fuchi alargados de metal que se encuentran a lo largo de la parte del asta que acoge en su interior la espiga de metal, dogane o anillas de metal que ayudan a fijar la sujeción de la hoja al asta, kaburimaki o parte recubierta de cuerda, eda o el asta que sirve de empuñadura y ishizuki o contera metálica que ayuda al contrapeso del arma. A partir de aquí, las naginata podían tener todos estos elementos o carecer de algunos en función de la estrategia de la escuela en concreto. Otros elementos podían variara en tamaño como es el caso de las tsuba o en forma, como es el caso del kaburimaki que podía aparecer en forma de tsukamaki o trenzado que se utiliza en las empuñaduras (tsuka) de los sables japoneses.
PARTES DE LA NAGINATA
Sabemos gracias a los textos de finales de Heian y ya en Kamakura que hubo un grupo de guerreros que se especializaron en el uso de la naginata: los sōhei o monjes guerreros. Estos “monjes” en realidad surgieron como una suerte de mercenarios reclutados por los templos y monasterios budistas para defender los terrenos que controlaban de ladrones y saqueadores. Más tarde, estos guerreros serían utilizados para defenderse de ataques de otros templos e incluso serían reclutados por facciones políticas para respaldar una causa bélica. Hoy en día entendemos la naginata como un arma de exquisita elegancia, algo que parece inundar a sus portadores, sin embargo, los sōhei eran conocidos por su tosquedad y bravura en el combate, en estos momentos, más que imaginarnos un combate ideal y sutil entre un esgrimista de sable y una naginata, acertaríamos más si nos imagináramos una hoz gigante rebanadora de extremidades de humanos y animales.
En estos momentos aparecen algunas de las figuras más famosas de mujeres guerreras – onna bugeisha, como son Tomoe Gozen y Hangaku Gozen de las que se dice que peleaban con naginata, aunque no hay mayores referencias al uso de esta arma por estas guerreras, aunque si se ha escrito reiteradamente sobre sus gestas. Estas guerreras, como cualquier otro samurái de los periodos Heian-Kamakura, eran diestras en el arte del arco y de la espada, sin hacer mención alguna a la naginata. Sin embargo, debido a la estrecha vinculación que tenía la naginata con la mujer en los siglos XVIII-XIX (siglos de oro del grabado japonés ukiyo-e), en la mayoría de los grabados se las representa blandiendo naginata.
TOMOE GOZEN
Entre 1274 y 1281, las tropas de Kublai Khan intentaron, sin éxito, invadir Japón. Esto nos interesa especialmente ya que si bien la naginata había surgido, entre otros hechos, para combatir a los hábiles jinetes de Heian, al ver en combate a los mongoles, los japoneses se dieron cuenta que en ese aspecto “estaban en pañales”. Las tácticas japonesas se basaban más en el combate singular que en las batallas campales, sus armaduras eran grandes y pesadas, en comparación con las ligeras armaduras de cuero de los invasores, en definitiva estaban más acostumbrados a una guerra de desgaste que a los ataques relámpago de los mongoles. Esto favoreció toda una transformación de la armamentística japonesa hacia una especie de “armas de choque” contra la caballería.
En este periodo la naginata vio una época dorada, mientras los tachi habían crecido exponencialmente surgiendo los ōdachi (nōdachi[4] en el caso de sables de batalla) llegando a medir la hoja entre 90cm y más de 2m precisando en estos últimos casos llegaba a ser necesaria la intervención de tres personas para utilizarla, una quitaba la saya o vaina mientras dos la blandían desde la larga empuñadura. Como una fusión entre ambas armas surgió el nagamaki un arma con la longitud de una naginata pero con la mitad de su cuerpo ocupado por una hoja enorme mientras la otra mitad era el asta.
En general este fue el momento de las armas largas y/o armas enastadas (nagamono o emono), un gusto que se prolongaría hasta finales del periodo Muromachi (1392-1573). La naginata también sufrió una evolución hacía los tipos más largos que se han encontrado con casi 3m, son las llamadas ōnaginata. En su constate búsqueda de combatir la caballería, y visto el buen funcionamiento del soldado de a pie (ashigaru) equipado con un arma enastada, las lanzas comenzaron a adquirir importancia, pero ya no como hōko, sino como yari con una espiga de metal que se introducía en el asta al igual que la naginata.
Llegados al periodo Azuchi-Momoyama (1557-1603) y periodo Sengoku (o periodo de las Guerras Civiles), el yari había prácticamente desplazado a la naginata del campo de batalla, quedándose en un arma más propia de escaramuzas. Es importante mencionar en este contexto de lucha con armaduras, la importancia del ishizuki o contera de la naginata. Su nombre se traduce como “atraviesa-piedras” ya que una vez el enemigo caía al suelo esta pieza metálica, generalmente acabada en una punta o puntas gruesas, servía para rematar al soldado caído, pudiendo atravesar la armadura como si una piedra se tratase gracias a la fuerza de presión ejercida por el asta en conjunción con el peso del cuerpo de aquel que ataca.
FOTOGRAMA DE LA PELÍCULA KAGETORA: EL GUERRERO: HEAVEN AND EARTH: CONCUBINA DE TAKEDA SHINGEN YAE.
Todavía en el periodo Sengoku se hace difícil ver la naginata asociada a la mujer guerrera, siendo todavía un arma predominantemente masculina. Sin embargo, se habla de Yae, una de las concubinas de Takeda Shingen que pudiera haber liderado un batallón de onna bugeisha donde la naginata era un arma importante.
Otra posibilidad, es que en época de batallas campales y guerras intestinas, se solía producir el abandono del “hombre de la casa” para marchar a la guerra, quedando solas las mujeres, teniendo que defender el hogar de ladrones y saqueadores. Es entonces cuando la naginata se empieza a desligar del campo de batalla y se empieza a asociar a la mujer en un sentido de “defensa personal” de su hogar y familia.
En este contexto la naginata es un arma ideal, ya que sólo requiere de una fuerza básica para manejarla, pero sin embargo es capaz de general una potencia tal que compensa con creces la falta de musculatura femenina en comparación con la masculina. A este hecho hay que añadir la distancia de seguridad que otorga el arma, obligando a un supuesto samurai agresor a entrar dentro de la distancia maai de la naginata para atacar.
La gran batalla de Sekigahara dará paso al periodo Edo (1603-1868) conocido también por la gran “paz Tokugawa” en la que durante más de doscientos años esta familia de shôgun unificó y dominó Japón poniendo fin a las constantes rencillas entre señores feudales y guerras civiles que habían asolado el país. Será entonces cuando el estudio de la naginata pase a formar parte básica de las enseñanzas de toda buena mujer de ascendencia noble o samurai. Esto, no quiere decir que todas las mujeres realizaran este adiestramiento militar, pero sí se convirtió en una constante que fue aumentando a los largo del periodo Edo. Algunas de las escuelas antiguas o koryū especializadas en naginata se habían iniciado en tiempos pasados, pero será a partir del 1600 cuando se establezcan, organicen, funden nuevas líneas y escuelas y sobre todo se relacionen con la figura de la mujer de manera directa, adoptando en la mayoría de los casos la dirección de dichas escuelas.
NAKANO TAKEKO Y YAMAMOTO YAEKO. WIKIPEDIA
A finales del periodo Edo debemos hablar de otra onna bugeisha, Nakano Takeko (1847-1868), quien quiso defender su feudo de Aizu de las tropas imperiales. Al ser mujer no se le permitía participar oficialmente en el ejército, por lo que reclutó mujeres que al igual que ella querían defender su hogar y formó el grupo armado paramilitar denominado Jōshitai. Aunque no hay constancia de qué escuela estudió se sabe que su maestro, Akaoka Daisuke, le enseñó naginata, y que era especialmente famosa y temida por ello. Sin embargo en esta época las armas de fuego ya estaban totalmente establecidas, y a manos de una de ellas cayó en combate, por una bala en el pecho. Nakano representó el último papel de las onna bugeisha en relación a la naginata, pero ahí no acaba la historia de las mujeres guerreras.
Con la era Meiji (1868-1912) y las eras posteriores, el entrenamiento de naginata abandonó por completo su utilidad en combate para convertirse en algunos casos en una continuación de las tradiciones familiares y en todos ellos en parte esencial de la educación de la mujer japonesa perfecta o yamato nadeshiko que con suma elegancia y distinción dominaba todas las artes tradicionales femeninas.
[1] Nihongi. Volume I. Chronicles of Japan from the earlest times.(2008) W.G. Aston. Cosimo Classics. New York. EEUU. Pp. 10
[2] AMDUR, Ellis (2007) Koryū. Escuela Antigua. Ensayos sobre las tradiciones marciales japonesas. Shinden Ediciones S.L. pp. 85.
[3] En la tercera serie de Ryōen ryū naginatajutsu: Tora no Bu, el kata Funa Watashi, recoge las ideas de utilizar la naginata para un abordaje.
[4] CLEMENTE, Antonio (2012) Diferencias entre los usos de los términos ōdachi y nōdachi. http://artenihonto.com